En un esquema simplificado del organismo de un mamífero que responde en forma adaptativa frente a estímulos externos, la fisiología y otras ciencias biomédicas basadas en la evidencia sostuvieron hasta mediados del siglo pasado que el sistema nervioso respondía a los estímulos neurosensoriales mientras que el sistema inmune lo hacía frente a la posible entrada de un organismo extraño. Cada uno con su identidad de células, compartimientos y mediadores, aislado del otro. Las evidencias que se describen brevemente a continuación prueban la hipótesis de una interacción química y molecular bidireccional mediada por citoquinas y neurotransmisores que pueden actuar sobre las células de ambos sistemas. Es posible ahora comprobar observaciones hechas desde los primeros registros de las ciencias de la salud sobre la relación de los estados emocionales-afectivos, con la susceptibilidad a contraer enfermedades y, en sentido inverso, acerca de la influencia de las enfermedades infecciosas sobre los estados de ánimo y conductas en una aparente interacción bidireccional. La descripción de las estrategias experimentales para acceder a ese conocimiento se privilegió por sobre los detalles de los resultados con el fin de estimular la curiosidad sobre este nuevo enfoque.